Cuanto más yo sienta, cuanto yo más sienta como varias personas / cuanto más personalidad yo tenga/ Cuanto más intensamente, estridentemente las tenga /cuanto más simultáneamente diverso, dispersamente atento/ Esté , viva, sea/ más poseeré la existencia total del universo/ Más completo seré para el espacio entero de afuera.
Álvaro de Campos/ Fernando Pessoa
Yo tengo diez hermanos, siete sobrinos, un hay - jado. Y cuñadas. Estoy en una celda de seis piernas. Me saqué dos muelas el otro día. Hace dieciséis años que estoy en estas instituciones. Convivo con cinco personas. Van transcurriendo las semanas, los meses. Veinticuatro horas tiene el día. Son cuatro paredes donde estamos. Me siento un soñador no un esquizofrénico. A mí me gustaría expresarme como el que soy.
Lo que más me gustaba era llevar a Cupido, un foxterrier mezcla, a la isla Maciel. Lo llevaba a navegar conmigo. Le daba indicaciones con voz de mando para que se detuviese en las esquinas. También lo llevaba a la calesita todas las tardes. Le festejaba los cumpleaños..
La enfermera Antonia del hospital donde estaba internado fue la que tenía la estanciera donde me llevó papá. Un día me desperté en esa estanciera y estaba en medio de la ruta, Ahí me di cuenta que tenía la cabeza rapada. Me habían hecho la lobotomía. Yo no sé por qué; pero a papá lo estafaron. Porque, igual, seguí escuchando voces.
Después crecí y me hice actor. Fui figurante de escena del teatro Colón. Y extra en varias películas. Estoy en la primera escena de “Hombre mirando al sudeste”.
Cuando Cupido enfermó empecé a escribir acrósticos. Ya llevo escritos como trescientos. Cuando murió lo enterré en un cementerio para perros. Iba a visitarlo una vez por semana.
Por eso yo quiero que me devuelvan la plata de mi pensión, porque en la tumba de Cupido debe estar creciendo el pasto.
Me acuerdo de una vez que conocí el campo con mi hermano agarrado de la mano. Corríamos sobre el césped. Brotábamos de alegría. Corríamos sin parar. De pronto, vimos un potrillo. Lo acariciamos. Era tranquilo y también atado. Lo desatamos y lo montamos. Cabalgamos con él hasta cansarnos. Después lo dejamos en libertad. Desde lejos lo miramos irse, con esa mirada penetrante que es alegría de infancia
El caballo más hermoso que jamás se había visto fue parecido a mi caso. Un día en un campo de Verónica caí de un bello macho enfurecido. Siempre he creído - al sufrir más de dos horas, después del duro golpe (fui enyesado, codo izquierdo con muñeca derecha), que
no tendría que haberme subido a ese caballo. ¡Ay mamita que dolor! De ahí me ha quedado mi aversión a esos animales y mi mala suerte en el hipódromo.
Nací en merlo. A los seis años me clavé la reja en el ojo. A los ocho murió mi mamá y mi papá. A mí y a mis hermanos nos llevaron a un hogar de donde después nos separaron. Ahí empecé a fugarme de todos los hogares donde me mandaban. Conocí la droga a los nueve años. A los doce falleció mi mejor amigo. En las instituciones sólo aprendí a sufrir más de la cuenta. A pelear y hacer motines para dejar de sufrir. A estar abarrocado con las esposas. La sociedad no me da una oportunidad. Entonces cuando salgo me angustio y me corto los brazos. Me corto en los momentos de tristeza. A veces no doy más.
Hasta que un día llegué a este lugar. Me dicen que soy loco y yo la única locura que tengo es la de no poder disfrutar de una familia mía, la propia. Tener el talento de inventar temas y no poder demostrarlo. Un recuerdo lindo para mí es poder acordarme de cómo me besaba mi mamá en la frente cada vez que me iba.
Si tuviera otra vez la posibilidad de ser chico jugaría con papá a la pelota. A mi hermana no le pegaría más. Ni tampoco a mis compañeros de la primara. Usaría pantalón corto.
A mí lo que más susto me da son las arañas. Les tengo miedo porque ponen huevos en la carne de los hombres.
El patio delantero de mi casa tenía un tobogán y una calesita blanca. Yo jugaba con mis amigos y mi papá nos hacía dar vueltas. Lo que más odiaba era el olor a coliflor que había en toda la casa, cuando llegaba de la escuela.
FotoGRAFIAS
-Volando en un ala delta
-Se ve mejor mi casa desde la montaña
-Esa luz radiante me abrigaba en aquel verano
-Mi papá en una tranquera sonriendo
- Una oveja. Mis amigos y yo bañándola.
Álvaro de Campos/ Fernando Pessoa
Yo tengo diez hermanos, siete sobrinos, un hay - jado. Y cuñadas. Estoy en una celda de seis piernas. Me saqué dos muelas el otro día. Hace dieciséis años que estoy en estas instituciones. Convivo con cinco personas. Van transcurriendo las semanas, los meses. Veinticuatro horas tiene el día. Son cuatro paredes donde estamos. Me siento un soñador no un esquizofrénico. A mí me gustaría expresarme como el que soy.
Lo que más me gustaba era llevar a Cupido, un foxterrier mezcla, a la isla Maciel. Lo llevaba a navegar conmigo. Le daba indicaciones con voz de mando para que se detuviese en las esquinas. También lo llevaba a la calesita todas las tardes. Le festejaba los cumpleaños..
La enfermera Antonia del hospital donde estaba internado fue la que tenía la estanciera donde me llevó papá. Un día me desperté en esa estanciera y estaba en medio de la ruta, Ahí me di cuenta que tenía la cabeza rapada. Me habían hecho la lobotomía. Yo no sé por qué; pero a papá lo estafaron. Porque, igual, seguí escuchando voces.
Después crecí y me hice actor. Fui figurante de escena del teatro Colón. Y extra en varias películas. Estoy en la primera escena de “Hombre mirando al sudeste”.
Cuando Cupido enfermó empecé a escribir acrósticos. Ya llevo escritos como trescientos. Cuando murió lo enterré en un cementerio para perros. Iba a visitarlo una vez por semana.
Por eso yo quiero que me devuelvan la plata de mi pensión, porque en la tumba de Cupido debe estar creciendo el pasto.
Me acuerdo de una vez que conocí el campo con mi hermano agarrado de la mano. Corríamos sobre el césped. Brotábamos de alegría. Corríamos sin parar. De pronto, vimos un potrillo. Lo acariciamos. Era tranquilo y también atado. Lo desatamos y lo montamos. Cabalgamos con él hasta cansarnos. Después lo dejamos en libertad. Desde lejos lo miramos irse, con esa mirada penetrante que es alegría de infancia
El caballo más hermoso que jamás se había visto fue parecido a mi caso. Un día en un campo de Verónica caí de un bello macho enfurecido. Siempre he creído - al sufrir más de dos horas, después del duro golpe (fui enyesado, codo izquierdo con muñeca derecha), que
no tendría que haberme subido a ese caballo. ¡Ay mamita que dolor! De ahí me ha quedado mi aversión a esos animales y mi mala suerte en el hipódromo.
Nací en merlo. A los seis años me clavé la reja en el ojo. A los ocho murió mi mamá y mi papá. A mí y a mis hermanos nos llevaron a un hogar de donde después nos separaron. Ahí empecé a fugarme de todos los hogares donde me mandaban. Conocí la droga a los nueve años. A los doce falleció mi mejor amigo. En las instituciones sólo aprendí a sufrir más de la cuenta. A pelear y hacer motines para dejar de sufrir. A estar abarrocado con las esposas. La sociedad no me da una oportunidad. Entonces cuando salgo me angustio y me corto los brazos. Me corto en los momentos de tristeza. A veces no doy más.
Hasta que un día llegué a este lugar. Me dicen que soy loco y yo la única locura que tengo es la de no poder disfrutar de una familia mía, la propia. Tener el talento de inventar temas y no poder demostrarlo. Un recuerdo lindo para mí es poder acordarme de cómo me besaba mi mamá en la frente cada vez que me iba.
Si tuviera otra vez la posibilidad de ser chico jugaría con papá a la pelota. A mi hermana no le pegaría más. Ni tampoco a mis compañeros de la primara. Usaría pantalón corto.
A mí lo que más susto me da son las arañas. Les tengo miedo porque ponen huevos en la carne de los hombres.
El patio delantero de mi casa tenía un tobogán y una calesita blanca. Yo jugaba con mis amigos y mi papá nos hacía dar vueltas. Lo que más odiaba era el olor a coliflor que había en toda la casa, cuando llegaba de la escuela.
FotoGRAFIAS
-Volando en un ala delta
-Se ve mejor mi casa desde la montaña
-Esa luz radiante me abrigaba en aquel verano
-Mi papá en una tranquera sonriendo
- Una oveja. Mis amigos y yo bañándola.
- ¡Qué buena estaba esa paso de los toros!
- La cara de mi psiquiatra diciéndome: - Usted no debería leer ese tipo de literatura ¿Acaso no sabe que Artaud mató a su mujer?
- Regreso del trabajo.
- La gota del lluvia se me deshizo en el agujero del jogging.
- La cara de mi psiquiatra diciéndome: - Usted no debería leer ese tipo de literatura ¿Acaso no sabe que Artaud mató a su mujer?
- Regreso del trabajo.
- La gota del lluvia se me deshizo en el agujero del jogging.
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